José Ibarra Olivares
“Don José Ibarra Olivares es un raro complejo de anatomía, pues no se sabe si tiene el corazón en el cerebro o el cerebro en el corazón”
Alfonso Cravioto
En Zacualtipán Hgo. El 8 de mayo de 1884, nació José Ibarra Olivares.
Sus padres fueron Manuel Ibarra y Nazaria Olivares, fue el mayor de seis hermanos.
En Pachuca, cursó su primaria en la escuela “Fuentes y Bravo”1, y sus estudios superiores en el Instituto Científico y Literario.
En esos años era la Pedagogía Social la que delineaba la educación, en palabras de Justo Sierra, “la escuela es la salvación de nuestra personalidad nacional; a ella tenemos que confiar la unidad y la persistencia de nuestra lengua; la consolidación de nuestro carácter, haciendo más resistente y más flexible el resorte de nuestra voluntad; la transformación del civismo en religión.”2
La influencia educativa, decía Justo Sierra, no termina en los planes pedagógicos, la educación es un proceso social que invade toda la vida, la escuela del pueblo es la vida misma; por ello es necesario hacer entrar a los hombres del pueblo dentro de sí mismos, ayudándolos a examinar sus actos, enseñarlos a confesarse a sí mismos su conducta; a observarse; en suma a vivir moralmente y sugerirles como consecuencia, un plan moral por medio del sentimiento, de la emoción, sobre todo. La elocuencia, las funciones dramáticas, las exposiciones, las fiestas, los museos, todo debe ir hacia allá, y todo debe ir fortalecido por constantes sermones laicos. “este movimiento a favor de la pedagogía social era reforzado por todos los hombres de avanzada, durante la primera década del siglo”[1] Fue en éste ambiente de la pedagogía social en el que Ibarra Olivares curso su educación de niño y adolescente; algunos de sus condiscípulos fueron Efrén Rebolledo[2], Alfonso Cravioto[3] entre otros destacados hidalguenses. Es importante destacar que en ésta generación de mexicanos encontramos a muchos destacados nacionalistas, que con férrea voluntad y carácter vivieron moralmente y expresaron
[1] Directora de la Escuela Secundaria y Preparatoria José Ibarra Olivares. Pachuca, México 1 Colegio fundado en 1892 en Pachuca, Hgo. Por los profesores Wilfrido Fuentes y Jesús Bravo. 2 Sierra Justo, “Discurso pronunciado ante el Consejo Superior de Instrucción”, 1892.
[1] Larroyo Francisco, “Historia Comparada de la Educación en México” Ed. Porrúa, México 1970, novena edición actualizada.
[1] Efrén Rebolledo, (1877- 1929) poeta y diplomático nacido en Actopan, Hgo. Uno de los personajes más destacados de la literatura mexicana.
[1] Alfonso Cravioto Mejorada, (1884-1955) Abogado, periodista, político, diplomático y escritor. Integrante del Congreso Constituyente, nacido en Pachuca, Hgo.
sus sentimientos y emociones en la ciencia, las artes y la política; de lo cual infiero que la influencia educativa que Justo Sierra planteaba logró modelar sus personalidades.
Cuando tenía 16 años, muere su padre. De 1901 a 1908 escribe muchas poesías[1]. A los estudiantes del I.C.L., Rencor, Despecho y resignación, Llanto, Ansias, Simpatía, Hogar triste, Vibraciones, A ti, A Juárez en el XXXIII aniversario de su muerte, Bésala, Sonríe y mírame, Juárez primer centenario de su nacimiento, Relámpagos, Juramento, Juventud. Varias de éstas, fueron publicadas en el diario Heraldo y Nigromante de Pachuca y el Diario del Hogar de la ciudad de México[2].
Al leerlas descubrimos, las metas que buscaba la pedagogía social, “vivir moralmente y sugerirles un plan moral por medio del sentimiento, de la emoción”. Sus primeras poesías se agrupan en expresiones de tres temas principales: a) las emociones del joven pueblerino y romántico que empieza a vivir, b) sus sentimientos hacia familiares y amigos y c) sus ideas cívicas concretizadas en la admiración a Juárez, maestros y héroes patrios.
El poeta y crítico Rafael Vega Sánchez8, dice de Ibarra Olivares: “es un erudito y su erudición es misteriosa porque la ha modelado con un enardecido afán autodidacta”[3]
Motivado por su interés en la poesía y la literatura viajó en 1908 a España, donde radicó por más de dos años realizando estudios de literatura española y literatura universal. En esos años escribe otras poesías como El llanto de las sirenas, Voto admirativo, Una gaviota.
En 1910 regresa a México y asiste como oyente por dos años, a la naciente[4]
Escuela de Altos Estudios, que poco después se incorporaría a la Universidad Nacional en la ciudad de México. Dicha institución fue la primera en México
“consagrada específicamente a cultivar en su más alto grado la ciencia y a promover metódicamente la investigación en todas sus ramas. Sus objetivos serán: entre otros, propiciar a sus alumnos y a sus profesores los medios de llevar a cabo, metódicamente, investigaciones científicas que sirvan para enriquecer los conocimientos humanos, y formar profesores de las escuelas secundarias y profesionales”[5]. Ibarra Olivares se incorporó como intelectual de de la clase dirigente de la revolución triunfante. Fue diputado por su tierra natal en el Congreso del Estado,
[1] Su obra está dispersa entre familiares y amigos.
[2] Diario del hogar, periódico de la ciudad de México, fundado por Filomeno Mata en 1901. 8 Rafael Vega Sánchez, (1988-1946) Diputado constituyente y promotor de expresiones artísticas en su región, nació en Huichapan, Hgo.
[3] Vega Sánchez Rafael, “Antología de Poetas Hidalguenses” reimpresión Gobierno del Estado de Hidalgo 1999.
[4] La Escuela Nacional de Altos Estudios se inauguró en septiembre de 1910, su primer director fue Porfirio Parra.
[5] López Monroy Luís Felipe, “biografía de José Ibarra Olivares”, www.hidalguía.com.mx consultada 30 de septiembre del 2007.
formando parte de la XXIV legislatura, encargo que desempeño de 1917 a 1919.[1] En este año se casa con la señorita Carolina Rueda Badillo y regresa a vivir a su natal Zacualtipán, de ese matrimonio procreó cuatro hijos: Bertha, Manuel, José y Carolina.
En 1923 fundó y publicó el periódico “Verdad Serrana” en Zacualtipán, en sus artículos según Pérez López “se distinguió por su valor civil levantando su voz contra los males de su tiempo y su rectitud al defender los intereses del pueblo”[2].
En ese mismo año, por encargo de la Secretaría de Educación Pública llegó a Zacualtipán Hgo., el profesor Rafael Ramírez Castañeda, quien inició y desarrolló las ideas fundamentales sobre la educación rural mexicana.
Rafael Ramírez sostenía que la educación rural se nutría de otras agencias educativas como el hogar, los centros de trabajo, la comunidad misma incluyendo sus actividades recreativas y que todas ellas actúan sobre las personas. La auténtica educación rural era mucho más amplia que la escuela rural, que sólo atendía a los niños. Los jóvenes y los adultos también requieren de la cultura, sobre todo, en el campo, donde ésta se desenvuelve y avanza con ritmo más lento. Ramírez veía como esencial transmitir al sector joven, la experiencia y sabiduría del sector maduro de la sociedad. El maestro Ramírez afirmaba:
- “la educación rural es un proceso que abarca, no sólo a la generación joven, sino también a la adulta, que consiste en transportar a la gente de planos inferiores de vida a planos cada vez más elevados,
- el patrimonio de la población rural ha estado constituido hasta ahora, no solamente por la ignorancia, sino también por la miseria. En tal virtud, la acción educativa debe extenderse y abarcar tanto la difusión cultural como la emancipación económica.”14
Esta nueva concepción educativa, requería llegar a los lugares más apartados, a todos los miembros de las comunidades; principalmente a las comunidades apartadas geográficamente marginadas del desarrollo económico, social, cultural e histórico. Así nacieron las Misiones Culturales. En el mes de octubre de 1923 se realizó en Zacualtipán la Primera Misión Cultural. Dirigida por el profesor Roberto Medellín, lo acompañaron el profesor Rafael Ramírez y cinco maestros más de jabonería y perfumería, curtiduría, agricultura, orfeones y canciones populares y de educación física y enfermería. Su labor consistía en orientar y capacitar a los maestros rurales de todo el estado, para mejorar sus actividades docentes en beneficio de los habitantes de zonas rurales e indígenas. Fueron capacitados 54 maestros rurales, 120 vecinos y 82 alumnos de grados superiores. En tan trascendente pionera labor para la educación mexicana, don José participó como vecino del pueblo, siendo él uno de los que poseía mayor
[1] Relación de los integrantes de legislaturas del Congreso del Estado de Hidalgo. trielectoralhidalgo.org.mx/pdf/LEGISLATURAS_LOCALES_1869-2005
[2] Pérez López Abraham, “Diccionario Biográfico Hidalguense”, Edición del Autor, San Salvador, Hgo. 1979. 14 Rangel Guerra Alfonso, “La educación rural mexicana y la educación fundamental en el inicio del CREFAL” revista Interamericana de Educación de Adultos, Año 28 No. 2 julio-diciembre 2006, nueva época.
cultura en el lugar. Después de ésta primera experiencia educativa y cultural, las misiones culturales se siguieron realizando en diferentes comunidades del país por más de veinte años con muy buenos resultados. Hoy las reconocemos como el antecedente de diferentes proyectos entre otros educación para adultos, gestión comunitaria, servicio social de bachilleres y profesionistas.
A partir de 1925 con el fin de educar a sus hijos, radica en Pachuca y ahí inicia su labor docente. Impartiendo clases de literatura española, literatura universal y oratoria; en el Instituto Científico y Literario, en la escuela Normal “Benito Juárez, en el Politécnico de Hidalgo y en el Instituto Anglo Español. “la juventud lo identificó como su guía y se convirtió en paladín de la enseñanza, sembrando en sus discípulos positivas inquietudes culturales y cívicas”[1].
Es importante resaltar que el profesor Ibarra Olivares, cuando elige incursionar el la docencia, retoma y hace realidad los objetivos que perseguía la escuela de Altos Estudios donde asistió como oyente por dos años.
Quienes fueron sus alumnos refieren que Ibarra Olivares fue capaz de interesarlos y despertarles el gusto por la literatura por la forma tan intensa como impartía sus clases y que además promovía entre ellos talleres tanto de creación literaria como periodística, organizando veladas literarias aún fuera de las actividades escolares. Muchos de sus discípulos se convirtieron en importantes profesionistas y amantes de las letras, entre los más sobresalientes destaca Enrique Ruelas[2], fundador de los Entremeses Cervantinos en Guanajuato.
Mantuvo una entrañable amistad desde su juventud con don Alfonso Cravioto, y en septiembre de 1938 escribió un texto titulado “Alfonso Cravioto embajador de México, datos para una biografía”[3], donde narra con magistral forma literaria, el recorrido diplomático de éste, en Santiago de Chile, en Holanda y en La Habana, Cuba.
En Pachuca, continuó su labor periodística fundando las publicaciones: La discusión, Cultura Hidalguense y Pachuca Rotario, club de servicio del cual fue miembro activo hasta su muerte.
Nuevamente fue electo diputado al Congreso del Estado por el distrito de Zacualtipán, participando en la XXXIX legislatura de 1948 a 1951.[4]
Destacó como excelente orador, cuentista y conferencista dejó huella en los grupos sociales y estudiantiles de su tiempo. A lo largo de su vida encabezó actividades a fin de promover la cultura a través de la literatura.
[1] López Monroy Luís Felipe, “biografía de José Ibarra Olivares”, www.hidalguía.com.mx consultada 30 de septiembre del 2007.
[2] Ruelas Enrique (1913-1987) nació en Pachuca, Hgo. Autodidacta pionero en teatro, propuso que había que cambiar la forma de enseñanza del teatro, es el creador de los Entremeses Cervantinos en Guanajuato.
[3] Ibarra Olivares José, “Alfonso Cravioto, embajador de México” Ediciones del Gobierno del Estado de Hidalgo, Pachuca, 14 febrero 1948.
[4] Relación de los integrantes de legislaturas del Congreso del Estado de Hidalgo. trielectoralhidalgo.org.mx/pdf/LEGISLATURAS_LOCALES_1869-2005
También formó una importante biblioteca personal, ubicada en la calle de
Matamoros de la ciudad de Pachuca, que puso a disposición de sus alumnos y personas de la comunidad, desafortunadamente se perdió en la inundación de Pachuca de 1949.
“En 1953 al constituírse el Ateneo Hidalguense, por un grupo de poetas y literatos, se le nombró presidente honorario”[1] por considerarlo el decano de la literatura en la Entidad.
Tras una vejez tranquila y rodeado por sus familiares, murió en la ciudad de México el 4 de febrero de 1957 a consecuencia de un derrame cerebral.
Un grupo de pachuqueños que lo reconocieron como un poeta sensible y magnífico, conocedor de la literatura, maestro honorable y entregado a sus alumnos, fundaron en 1961 una secundaria y en 1969 la preparatoria que orgullosamente lleva su nombre hasta la actualidad.
Concluyo el presente trabajo afirmando:
Don José Ibarra Olivares fue un hombre y maestro que responde a su tiempo pos revolucionario. Supo dar vida a los ideales positivistas en los que fue educado, participando y aportando política, periodística y educativamente a su comunidad; su proceso autodidácta, principalmente en el campo de las letras lo desarrollo con singularidad. Estas características lo convierten en el prototipo de hombre destacado y reconocido en su localidad.
Hoy a más de un siglo de su nacimiento, cuando leemos sus escritos y revisamos su trayectoria, despierta, principalmente en quien hemos elegido la docencia como misión de vida, admiración y un reto, son los hombres íntegros, sensibles y emprendedores quienes impulsan el enriquecimiento cultural de las comunidades.
[1] López Monroy Luís Felipe, “biografía de José Ibarra Olivares”, www.hidalguía.com.mx consultada 30 de septiembre del 2007.